La tendencia hacia la globalización de la atención sanitaria ha aumentado dramáticamente los viajes en búsqueda de un tratamiento médico en el extranjero. Pacientes adinerados pueden buscar la mejor atención o los mejores profesionales en otro país a pesar del coste, mientras que otros pueden simplemente buscar el tratamiento más barato en lugares donde el coste de la vida es inferior: a menudo nos referimos a ese fenómeno como “turismo médico”.
Un artículo reciente en la revista Plastic and Recostructive Surgery ofrece un análisis de casos reales.
Por lo que se refiere a la cirugía estética, este fenómeno no está exento de complicaciones: aunque cualquier procedimiento puede ser complicado por una infección, los pacientes “turistas” están en riesgo de infecciones relacionadas con patógenos endémicos de la región donde se realiza el procedimiento. También hay un aumento a riesgo de tromboembolismo venoso durante los largos vuelos en avión en el postoperatorio. Además, si se plantean cuestiones legales, para los pacientes los recursos son muy limitados.
Como especialistas en cirugía estética que hemos sido testigo de malos resultados, es difícil entender cómo haya pacientes que puedan confiar su salud a cirujanos con quien nunca se han encontrado, para llevar a cabo operaciones importantes en un país extranjero, sin planes para el seguimiento por parte del médico que realiza la intervención.
Si solo miramos los precios de algunas clínicas, puede ser comprensible que haya pacientes que busquen opciones menos costosas, sin embargo en los muchos casos documentados en que se haya desarrollado alguna complicación, el coste final suele ser mucho más caro no solo en términos económicos, si no que también por la sensación de abandono y desamparo.
Es importante que los profesionales que nos dedicamos a la cirugía estética expliquemos a los pacientes todos los posibles beneficios y riesgos de una intervención y, en este caso, también acerca de la decisión de operarse en el extranjero.
A veces, viajar al extranjero para la cirugía estética puede cumplir plenamente el refrán “lo barato sale caro”.