¿Por qué no me gusta mi pecho? Es una pregunta que con frecuencia se hacen hoy en día muchas chicas jóvenes. A menudo pensamos que es por la falta de volumen, pero otro aspecto casi tan importante es “la forma”. De hecho muchas mujeres que se sometieron a un aumento de pecho, se quejan posteriormente de la forma. Por ello es muy importante ponerse en manos de un buen cirujano, que distinga las peculiaridades de nuestro pecho y sepa reconocer patologías como los pechos tuberosos también llamados mamas tuberosas.
Se trata de una alteración de la forma natural de la mama que puede tener diversos grados, incluso pasar inadvertida por la propia paciente, a la que simplemente no le gusta el aspecto de sus mamas. La paciente la refiere como un pecho diferente o que no le gusta, no simplemente un pecho pequeño. Se suele relacionar con un complejo por el pecho o baja autoestima en este sentido.
Sin embargo la causa de esta alteración puede reconocerse en una falta de desarrollo de la base de la mama. Cuando la mama no sigue esa semiluna (marcada como la línea de puntos) que sería la huella que se corresponde con el aro del sujetador marcado sobre el tórax, es por una falta de desarrollo de la base de la mama.
Esta alteración se debe a un anillo fibrosos formado en la glándula mamaria que atrapa la piel. Este anillo impide la expansión de la glándula por eso puede relacionarse con una areola en “chupetón” o bien una areola grande y desproporcionada que se produce cuando la mama trata de crecer a pesar del anillo fibroso. Crece entonces con esa forma tubular que le da el nombre de mama tuberosa o tubular. En definitiva no es una mama redondeada, si no más bien incompleta, o en casos graves, en tubo.
La mama tuberosa o caprina es un patología más común de lo que se cree que no debe tratarse como un aumento de mamas convencional. Sin embargo en manos de buenos profesionales el diagnóstico de una mama tuberosa es claro y el abordaje quirúrgico completamente distinto al de un aumento de mamas convencional.
La importancia del correcto diagnóstico de esta patología radica en el posterior planteamiento quirúrgico. Unas mamas no diagnosticadas y tratadas como un aumento de mamas convencional pueden sufrir defectos permanentes en la forma que no se corrigen con el aumento mamario si no que por el contrario se multiplican como el efecto de una lupa.
La corrección quirúrgica de la mama tuberosa consiste en una redistribución completa de las estructuras mamarias para adaptarlas a una posición mas armónica en el tórax de la paciente. En muchos caso es necesario implantar una prótesis mamaria que puede ser anatómica para compensar el defecto de mama en el polo inferior. La intervención puede durar de 2-3 horas ya que es un trabajo laborioso que exige reestructurar toda la mama. De la minuciosidad de este proceso dependerán los resultados posteriores.
El objetivo es conseguir un resultado lo más natural posible, con un polo inferior redondeado y armónico, eliminando el anillo fibroso y redistribuyendo la glándula en todo su espesor para cubrir al máximo la prótesis mamaria.