Son candidatas a una mastopexia todas aquellas mujeres que encuentran sus mamas con perdida de consistencia o trofismo. Esta condición puede pasar tras uno o más embarazos, lactancia, ganancias y pérdidas de peso o por el paso de los años, tienen los senos vacíos y descolgados.
Este descolgamiento se define como ptosis mamaria y la clasificamos en relación con la posición del complejo areola-pezón respeto al surco submamario.
Existen muchas técnicas de mastopexia, pero en definitiva todas tienen tres objetivos fundamentales:
- Conseguir un volumen y una forma que sean estéticamente agradables
- Lograr que las cicatrices sean lo más disimuladas posibles
- Elevar el complejo areola-pezón.
La elección de un método u otro no solo depende del grado de ptosis mamaria, también hay que tener en cuenta el estado de la piel, la presencia de estrías y la capacidad de retracción cutánea. Cuando las mamas están caídas tenemos un exceso de la piel que recubre unas glándulas mamarias que se han quedado atrofiadas y han perdido turgencia: nos falta contenido y nos sobra continente.
Rellenar sencillamente el volumen mamario que falta con un implante como hacemos en una mamoplastia de aumento no es una solución adecuada, ya que sólo conseguiríamos una mama más grande e igual de caída; sin embargo, cuando existe una perdida de volumen, o la paciente desee un aumento, ademas de modificar la forma de la glándula según la técnica de mastopexia más adecuada, colocaremos también una prótesis.
Es muy importante efectuar un examen físico minucioso para poder elegir la técnica quirúrgica más adecuada. Dependiendo del procedimiento que elegimos, las cicatrices de la mastopexia pueden ser de tres tipos:
- solo alrededor de la areola
- alrededor de la areola y una vertical desde la areola al surco submamario
- en “T-invertida”: alrededor de la areola, vertical y en al surco submamario