Suele ser una intervención muy agradecida, ya que después de haber padecido tanto tiempo con unas mamas tan grandes, la mayoría de mujeres que se someten a la reducción de senos están muy satisfechas con los resultados.

La cirugía puede durar de 2 a 4 horas y se realiza generalmente bajo anestesia general. En una reducción mamaria extirpamos parte del tejido mamario y de la piel, además de mover el complejo areola-pezón en una posición más alta que lo situará aproximadamente en el centro de la nueva mama. Reducimos también el diámetro de las areolas, ya que en mamas muy grandes pueden alcanzar hasta los 12 cm. Durante la intervención, que tiene que estar muy bien planeada, conseguimos también minimizar las asimetrías de volumen y forma que tienen casi todas las mujeres.

En el procedimiento más común quedan tres cicatrices quirúrgicas: alrededor de la areola, desde la areola hacia el surco debajo de la mama y a lo largo de el surco submamario. Si la cantidad de glándula y de piel que necesitamos retirar lo permite, podemos intentar ahorrar la cicatriz en el surco, dejando la vertical y la incisión alrededor de la areola.

Planificar una Reducción Mamaria

Una buena planificación de la cirugía no puede olvidar pruebas radiológicas como mamografía y ecografía para descartar formaciones tumorales. Además es muy importante realizar un análisis anatomoplatológico de la glándula mamaria resecada que nos confirme la ausencia de lesiones o procesos tumorales. Con esta intervención reducimos también el riesgo de sufrir un cáncer de mama ya que si, por ejemplo, en una mama que pesa dos kilogramos quitaríamos un kilogramo estaríamos removiendo también un 50% del tejido que podría desarrollar un tumor mamario.